Tras el Concilio de Troyes, nuestra orden prosperó.Durante casi 200 años, desempeñamos un papel fundamental en toda Europa y Tierra Santa. Durante esta edad de oro, los templarios estaban por todas partes y nuestra influencia preparó el camino para un mejor futuro para toda la humanidad.
Mientras la gente corriente seguía creyendo que nuestro único propósito era la protección de los peregrinos en Tierra Santa, nuestra orden se volvió en realidad tan poderosa que teníamos los medios para influir en reyes y papas. Pocos sabían la verdad: que la guerra que librábamos en Tierra Santa no era política ni espiritual. Era una guerra de secretos, librada contra nuestros peores enemigos, los Asesinos.
Por desgracia, nuestra edad de oro acabó casi tan bruscamente como comenzó.