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Roma – Cap.4

México – 1520 – Juan Borgia

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=Hd3DZbWJ284]

CLARIVIDENCIA

RomaFOUR 1

Mi caza continúa. Debemos encontrar estas reliquias de un mundo anterior, estudiarlas. Gracias a los contactos de la Hermandad, he conseguido embarcar en la nave de Hernán Cortés para viajar a México, en el Nuevo Mundo

Cálculos

RomaFOUR 2

Los españoles me conocen como Botello, soldado y erudito. Me he esforzado por perfeccionar mi acento y mi vestimenta. Creen que soy uno de ellos. Estoy aquí para escribir la crónica de sus aventuras, aunque tendré que omitir algunos hechos.

Estudio constantemente los mapas y a veces los cotejo con las estrellas. Estoy convencido de que seguimos el rumbo correcto.

Uso herramientas, lentes e instrumentos de medida que la tripulación no ha visto en su vida.

La gente del barco rumorea que soy un astrólogo, un mago. Creen que les traeré suerte en el viaje, y no me molesto en corregirles.

Pese a todo lo que conozco y lo que he contemplado en persona, me maravilla este mar insondable. ¿Qué secretos esconde? ¿Reliquias? ¿Ciudades? ¿Respuestas?

Llevo un diario de nuestro viaje, en el que anoto direcciones, rumbos y obstáculos. Escribo con doble sentido. A los eruditos mi diario les parecerá monótono y demasiado detallista. Sin embargo, mis Hermanos encontrarán información escondida.

Pronto llegaremos a la orilla. Estoy emocionado. He estudiado estas reliquias de nuestro pasado, los fragmentos del Edén, e incluso he llegado a tener alguna en la mano. He pasado mi vida entre teorías y mapas, pero nunca había tenido la oportunidad de conseguir una.

En la Boca del Lobo

RomaFOUR 3

¡Hemos tocado tierra! Cuando nos acerquemos a la capital azteca, Tenochtitlán, nos superarán enormemente en número. Si nos atacan, estaremos perdidos. Por suerte, tenemos aliados que nos ayudarán a negociar.

Cortés tiene relaciones con una esclava nahua llamada Malinalli. Aunque no habla español, sí domina los idiomas de muchas tribus y nos sirve de intérprete con ellas, aunque no nos queda más remedio que imaginar lo que habla con la gente.

Los nativos nos hablan de extranjeros barbados como nosotros que viven con los mayas en Chetumal. Una de nuestras misiones es encontrarlos.

Gracias a Malinalli, hemos llegado hasta los mayas de Chetumal. ¡Hay españoles entre ellos! Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar naufragaron hace diez años y desde entonces viven entre los nativos.

Malinalli y Aguilar pueden comunicarse entre sí en lenguaje maya, para alegría de Cortés. La gente de Tenochtitlán habla en náhuatl, lengua que Aguilar no conoce. Malinalli la traducirá al maya, y Aguilar pasará el maya a español. Será lento y a veces confuso, pero funcionará.

Somos demasiado pocos para entrar en Tenochtitlán sin aliados. Buscaremos la ayuda de los tlaxcaltecas, un pueblo indígena independiente de los aztecas.

Usando a Aguilar y Malinalli como intérpretes, Cortés ha prometido grandes recompensas a los tlaxcaltecas. Sospecho que quiere usarlos para vencer a los aztecas. Aunque no quiero involucrarme en sus planes de conquista, debo evitar que España se apodere de la reliquia. Es demasiado importante.

Dios del Sol

RomaFOUR 4

Tenochtitlán es un lugar asombroso. No habría imaginado que esta civilización fuera tan grande. La capital es inmensa, y está surcada de canales llenos de barcas. Los templos son tan altos que parecen llegar hasta el cielo.

En esta ciudad debe haber al menos cien mil habitantes. No, más del doble. Si son hostiles, estamos perdidos. Examino a mis anfitriones españoles, algo asustado al ver las armas que llevan encima. Me pregunto si los aztecas sospecharán algo.

Un grupo de aztecas sale a nuestro paso. Nuestros escoltas tlaxcaltecas se reúnen con ellos y discuten. Las voces se acaloran. Acerco la mano a la espada, previendo violencia.

Ambos bandos se calman. Malinalli traduce para Aguilar. Este nos dice que vamos a conocer al gobernante de Tenochtitlán, Moctezuma. Un gran privilegio, pues Moctezuma no suele mostrarse ante su pueblo.

Mientras esperamos, Guerrero tiene una idea. Nos quitamos los yelmos, y los hombres con barbas más espesas se ponen delante. Somos dioses. Debemos convencerles de que somos dioses.

Moctezuma llega con cientos de sus nobles formados en dos columnas. Vienen descalzos y vestidos de gala. Moctezuma va en el centro, con un gran jefe a cada lado. Cortés me pide que tome nota de esta entrevista.

Gracias a la habilidad de nuestros intérpretes, el ardid funciona. Aguilar traduce las palabras de Moctezuma: “Venís en buen momento. Habéis conocido el dolor y la fatiga. Ahora llegáis a vuestra tierra. Entrad en vuestro palacio y descansad vuestros miembros fatigados. ¡Que nuestros señores vuelvan a su tierra!”.

MATANZA EN EL TEMPLO

RomaFOUR 5

Moctezuma nos ha invitado a alojarnos en sus aposentos. Algunos de mis compañeros piensan que quiere cogernos fuera de guardia, pero a mí me parece sincero. Quizá no crea que somos dioses, pero querría creerlo. Hoy es el festival de Tóxcalt, una ceremonia muy importante.

Rituales Religiosos

RomaFOUR 6

Mientras busco la reliquia, observo los extraños ropajes y rituales de los aztecas. Pese a lo complicado de la traducción, me muestran sus dibujos religiosos y comparten conmigo sus leyendas. Añado este material a mi diario.

Los aztecas han vestido como un dios a un hombre joven, que toca la flauta y reparte flores. Le adoran como a una divinidad y lo llevan en procesión por Tenochtitlán, con un cortejo de hermosas mujeres.

El hombre es una encarnación de su dios Tezcatliploca. Va adornado con conchas y oro, como muchos de los participantes. Los nobles aztecas se unen a la fiesta, ataviados con sus propias joyas. La codicia empieza a inquietar a los españoles.

Tezcatliploca ofrece a los españoles su pipa de tabaco, y les anima a fumar, a cantar, a bailar. No se da cuenta de que a ellos les repugna.

Algunas mujeres se han vestido como diosas. Me siguen, curiosas. Las estudio con el mismo interés. Se ríen, ruborizadas.

Tezcatlipoca hace un gesto para ver mi diario. Descubre que le estoy dibujando con su extravagante atavío. Nos reímos juntos.

La procesión sube por las escaleras del templo. Tezcatlipoca tiene una colección de flautas, y rompe una por cada peldaño. Es un día de gran celebración, y me pregunto si las historias que he oído serán ciertas. Aún no he visto ninguna atrocidad.

Buscando Carroña

RomaFOUR 7

No olvido cuál es mi objetivo. Pero empiezo a dudar si encontraré la reliquia entre todos los ídolos y tallas de Tenochtitlán. No tengo su descripción, solo una localización, y no hay nadie que me ayude.

Todos contemplan la ceremonia. Eso me da algo de tiempo para investigar. Dudo que la reliquia sea una gema o una piedra tallada, pero aun así las estudio todas. Las obras de arte aztecas son fascinantes, pero no tan complejas como lo que busco.

Con la excusa de admirar sus ropajes, registro a los nobles y sacerdotes de Tenochtitlán. ¿Puede ser un collar? ¿Un cetro? ¿Una corona? No encuentro nada.

Mediante intérpretes, pregunto a la gente si tienen objetos que les hablen, que susurren. Contestan que los dioses hablan a través de todas las cosas, que lo único que debo hacer es escuchar.

Los templos aztecas son asombrosos. Sus planos son muy complicados, y deben haber requerido mucha mano de obra. ¿Estará enterrada debajo la reliquia? ¿Cómo llegar hasta ella?

Busco palancas, paneles, acertijos. Nada.

Me llevan ante el altar. Hay una talla de la serpiente emplumada, el dios Quetzalcóatl. Está rodeado de cráneos, algunos de piedra, otros humanos. Paso un rato examinando aquel osario, pero no encuentro nada.

Codicia

RomaFOUR 8

Tezcatliploca se acerca al altar. Los españoles se inquietan al darse cuenta de lo que pasa. Nos muestran un puñal de obsidiana. ¿Será la reliquia? Traen a otro hombre, también vestido de Tezcatliploca. ¡Van a hacer un sacrificio!

Los españoles claman, indignados. Hago callar a los intérpretes. ¡No! Por atroz que parezca el ritual, para ellos es sagrado. Si lo interrumpimos, nos matarán.

Colocan al hombre sobre el altar. Los celebrantes danzan frenéticos, ponen los ojos en blanco y empiezan a cantar. ¡El ritual se convierte en un caos!

Los españoles preparan sus armas. Les digo que se queden abajo, pero no me hacen caso.

¡Qué brutalidad! Un sacerdote abre el pecho de Tezcatlipoca y le arranca el corazón. Sus ayudantes despellejan a la víctima y le dan la piel al próximo Tezcatlipoca, que se pone como adorno grandes tiras de carne.

Descarnan el cráneo de la víctima y lo ponen en un hueco, bajo el altar. El sacerdote saca otra calavera de cristal y la alza en alto. ¡La reliquia! Noto su zumbido en mi cabeza. Tenue, pero familiar.

¡Los españoles están listos para atacar! Algunos están aterrorizados por lo que han visto, y a otros les sirve de excusa para apoderarse del oro. Pase lo que pase, debo conseguir el cráneo.

Impensable

RomaFOUR 9

Los españoles están masacrando a los nobles desarmados de Tenochtitlán. Me acerco al sacerdote, que contempla boquiabierto el ataque. Sigue sosteniendo en alto el cráneo. Los españoles aún no le han visto. ¡Tengo que actuar ya!

Los aztecas dudan. Se estarán preguntando por qué les atacan sus dioses. ¡Si hoy estaban rindiéndoles honores! ¿Es que han venido a reclamar lo que se les debe?

Los españoles arrebatan las joyas a sus víctimas, lo que indigna a los aztecas. ¡El engaño se desvanece! Algunos se atreven a atacarnos, pero mueren ensartados por las espadas de los españoles.

Me acerco al sacerdote por detrás. No puedo dejar que los españoles vean la calavera. Desenvaino una hoja oculta y se la clavo en la espalda. Recojo la calavera antes de que caiga al suelo y la escondo bajo la capa.

“¡Retirada!”, grito a los españoles. Hay demasiados aztecas. Todo Tenochtitlán ha acudido para el festival de Tóxcatl. ¡Son mil veces más que nosotros!

Algunos tlaxcaltecas caen bajo las lanzas aztecas. Los españoles les ordenan que cubran nuestra retirada.

Aunque tengo mi recompensa, no sé cómo sobreviviremos a este error. Los españoles agarran a Moctezuma y le obligan a seguirnos. ¡Cautivo en su propio palacio! Aun así, nos pide disculpas en nombre de su pueblo. Siento vergüenza.

LA NOCHE TRISTE

RomaFOUR 10

Resistimos en el palacio de Moctezuma mientras la multitud grita enfurecida en el exterior. De momento no entran en el palacio, seguramente por su significado religioso o porque tenemos a su lider. De todas formas, no sobreviviremos si nos quedamos aquí.

Ventrílocuos

RomaFOUR 11

Cortés ha decidido obligar a Moctezuma a hablar con su pueblo. Si los aztecas le hacen caso, eso nos dará tiempo para huir a Tlaxcala. Pero Moctezuma ha dejado de apoyarnos. Su corazón está afligido, pues cree que él ha traído esta desgracia sobre su gente.

Moctezuma sale a un balcón de su palacio. Los rugidos del pueblo se acallan.

Habla con pasión. Percibo el dolor en su voz. Los intérpretes traducen sus palabras, pero sin emoción.

Sigue refiriéndose a nosotros como dioses, aunque sé que ya no lo cree. Dice que la matanza del festival ha sido una prueba de fe. ¡Le abuchean!

Les dice que regresen a sus casas, y que en breve volverá a hablarles para comunicarles la voluntad de los dioses. La multitud vuelve a ponerse violenta.

Varias piedras vuelan por el aire, y una golpea a Moctezuma en la cabeza. Se desploma y empieza a convulsionarse sobre su propia sangre. Los tlaxcaltecas lo arrastran adentro.

Los días pasan. Moctezuma ha muerto. Los hombres están desolados, pues muchos le consideraban nuestro amigo. Cortés es de los más afectados. Intento animarles para que salgan de aquí antes de que sea demasiado tarde.

Superados

RomaFOUR 12

Los habitantes de Tenochtitlán han retirado los puentes de los canales. No nos presionan: nos esperan fuera. Saben que no podemos escapar, pero que lo intentaremos. Los españoles pretenden abrirse paso y salir de la ciudad.

Veo a muchos soldados rellenando sus ropas con el oro robado a los aztecas. ¡Insensatos! Eso les entorpecerá, y acabarán muertos. Yo solo llevo la calavera.

No dejo de pensar en ese artefacto. Debe de tener algún poder, algo que me ayude a escapar. Pero no consigo que funcione. ¿Me habré equivocado de artefacto? No. Puedo percibirlo.

Cortés increpa a sus hombres por su codicia. Les dice que podrían habernos matado a todos. Aún pueden redimirse, pero deben sobrevivir. Muchos sollozan al oírle.

Los españoles han construido un pequeño puente portátil para atravesar los canales. No aguantará el peso de todos, pero es nuestra única opción.

Nos escabullimos en la noche. Tenochtitlán está en silencio.

Sus sonrisas de suficiencia me repugnan. Piensan que vamos a salir indemnes tras esta matanza y este expolio. Creen que hemos burlado a los aztecas, hasta que una flecha hiere a un capitán en el ojo.

POMPOSO

RomaFOUR 13

Pocos en la Hermandad son tan entendidos en artefactos como yo, pero Bombastus se pasa el tiempo estudiándolos mientras yo trato de encontrar más. Es un hombre antipático, vulgar y arrogante. Tiene pocos amigos, pero muchos colegas. Tal vez pueda ayudarme a resolver el misterio.

Lo que Queda de un Hombre

RomaFOUR 14

He viajado a Basilea para reunirme con Bombastus. Ahora tiene un importante cargo en la ciudad, pero dudo que lo mantenga mucho tiempo. Entro en su laboratorio y veo a un trastornado que araña el suelo. Sin levantar la mirada, grita tonterías cuando paso a su lado.

“¡Todo lo es todo! ¡No hay nada!”, grita.

“Soy metal y tú eres metal, pero no debemos tocar esos metales”. Siento un escalofrío. Sus dispersos pensamientos me recuerdan a mí cuando era joven.

“¡Puedo decirte cómo acaba! ¡Todo! Tú pregunta. ¡Por favor, pregunta! Cobarde.”

“¿Consus?”, pregunta. Le pido que lo repita, pero se niega. Le enderezo y le miro a los ojos inquietos. Le sacudo y le exijo de nuevo que lo diga.

“Consentimiento”, dice por fin. “No di mi consentimiento para esto. Mi mente es un vaso pequeño y ha rebosado. Ha estallado. Se ha roto”. Vuelve la cabeza y señala sus pequeñas heridas. ¿Ha estado Bombastus experimentando con este pobre desgraciado?

Encuentro a Bombastus en un cuarto dando vueltas a una fórmula garabateada con letras y números. Le pido explicaciones por las condiciones del hombre del laboratorio. Me dice que leyó algo que no debía haber leído, y que las heridas se las ha hecho él mismo con las uñas.

Frenología

RomaFOUR 15

Saco el cráneo de mi bolsa y los ojos de Bombastus se encienden. Intenta cogerlo. No creo que pase nada por ello y se lo doy. Empieza a tomar medidas y a hacer dibujos sin dejar de murmurar.

“¿Qué es lo que hace? ¡No lo digas! Claro…, por eso estás aquí”, dice. “Seguro que tengo la respuesta. Tengo todas las respuestas. Pero… tú eres quien habla con estas cosas.” Trato de corregirle, pero levanta un dedo.

Sacude el cráneo con violencia. Toquetea la superficie. Lo compara. Lo sumerge en agua. Le impresiona tan poco como a mí. Levanta una ceja.

“¿Seguro que es este?”. Asiento. Parece estar muerto. Tal vez fuese todo de cristal. Ojos de cristal, nariz de cristal…”. Ambos reímos.

“Deberíamos sumergirlo en productos químicos para forzar una reacción. ¿Por qué sacudes la cabeza?”

Cada vez que Bombastus mueve el cráneo, siento un dolor en el mío.

“Tal vez esté cerrado”, dice. “No temas. Puede que tenga la llave”. Saca un tomo de un cofre cerrado de la estantería. El libro está bien conservado, y no tiene ningún adorno. “Si no quieres perder el juicio como el pobre Johan, te sugiero que no mires”.

La Piedra Filosofal

RomaFOUR 16

Bombastus se pone las manos a los lados de la cara para concentrarse en el libro. “No se pueden abarcar muchas cosas a la vez”, explica.

A pesar del aviso, miro la página. Está en blanco. Las dos páginas están en blanco. De pronto, mi mente se llena de símbolos.

Intento recordar lo que he visto, pero no puedo. Ha estado ahí un momento, con toda claridad, pero ha desaparecido. Le pido a Bombastus algo para escribir.

“¡Estúpido! ¡No se puede leer!” Insisto de nuevo. Me trae tinta y un pergamino. Empiezo a anotar cosas.

Estoy en el suelo. Me sangra la nariz y me palpita la cabeza. Bombastus sonríe y me ayuda a ponerme en pie. Miro de nuevo al libro, pero esta vez no veo más que páginas en blanco.

“¿Sabes qué has escrito? Son fórmulas que jamás había visto. Lo había pensado, pero nunca creí que… ¡Tengo que ponerme a trabajar!” Le pregunto si le revelan algo sobre el cráneo, y me dice que el cráneo no tiene importancia comparado con lo que acaba de averiguar.

Descanso mientras Bombastus trabaja con sus básculas y combina sustancias calientes. Pone una pepita de plata en la mezcla y la vierte sobre la superficie. Nos quedamos boquiabiertos al ver que se vuelve dorada. ¿Cómo es posible?

1542 – ITALIA

He tenido una vida plena. Sobreviví a la desgracia de mi familia y a la forma en que corrompió a la Iglesia. He visto el Nuevo Mundo, he sobrevivido a sus peligros y a muchos más. Pero me atormenta el misterio sin resolver de la calavera.

Visión

RomaFOUR 17

Desde que volví de Tenochtitlán hace unos años, los Hermanos dudan de mi capacidad. Aunque admiran la reliquia que traje, creen que se trata de un bonito tesoro, nada más. Yo sigo creyendo.

María se queja del tiempo que paso con la calavera. Al menos una hora al día, contemplándola, escuchando.

Con los años, el murmullo suena más fuerte. Siente que algo se acerca. Tal vez una meta.

Hoy, la calavera ha emitido un tenue destello. La sacudo, y me recompensa con espirales luminiscentes. ¿Qué está haciendo?

La oigo hablar, pero no entiendo lo que dice.

Veo un rostro dentro de la calavera. No… en mi mente. ¡Ha aparecido en mi mente!

La imagen de un hombre aparece ante mí. Por sus rasgos y su ropa, debe de ser chino. Aunque no entiendo su idioma, la intención de sus palabras está muy clara en mi mente. ¡Debo alertar a la Hermandad!

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