Roma – 1503 – Juán Borgia
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=fTEBv1QK2hs]NATURALEZA O EDUCACIÓN
Papá dice que no estoy a salvo en Roma, que la gente quiere hacerme daño. Como a toda la familia. Cuando le pregunto por qué, contesta que saben que somos mejores que ellos. Cree que nuestra familia debe permanecer unida. Ellos me enseñarán a ser fuerte.
Puede Ser
Papá me enseña a luchar con una espada de madera. Dice que algún día usaré una de verdad y que tengo que ser muy bueno con ella. Él pelea en serio. A veces creo que va a herirme.
Papá me grita por arrastrar la espada por el suelo. Le digo que lo siento, pero responde que preste atención en lugar de sentirlo.
Me dice que levante la espada. Lo hago, y él la golpea con la suya. Mi espada sale volando. Ha vuelto a enfadarse.
Empuño la espada. Papá me da un cintarazo en la cabeza. ¡Duele! Me pincha en el hombro y le pido que pare. Él me dice que el enemigo no parará.
Ataco duro, intentando dar a papá en la rodilla. Pero él se aparta.
Empiezo a llorar y se ríe de mí. Corro hacia él intentando clavarle la hoja en el estómago, pero me bloquea. Ataco una y otra vez. Le grito. ¡No logro darle!
Papá dice que me calme, que hoy lo he hecho bien, que necesito llorar y enfadarme antes de luchar. Así que mañana me hará llorar y me enfadará otra vez. Dice que estoy aprendiendo.
Ambición
Hoy juego con la hermana de papá, tía Lucrecia. Suele estar triste, pero pasar un rato conmigo la hace feliz. Dice que hoy me enseñará cosas sobre el mundo y promete no hablarme como si fuese un crío. Yo prometo no hablarle como si fuese adulta y se ríe. Yo también me río.
Mi tía me pregunta qué haría si alguien quisiera hacer daño a mi familia. Le pregunto quién quiere hacerlo, y me contesta que todo el mundo.
Le digo que yo les daría a los malos con la espada y me pregunta a qué me refiero con “los malos”. Respondo que los que hacen daño a los demás, los que no juegan limpio. Parece triste.
Me cuenta que hay formas de matar sin que nadie se entere, como envenenar la comida o la bebida. Le pregunto si papá intentó envenenar a Fiora, pero no responde.
Pregunto a mi tía si conocía a mi madre. Dice que sí, que era joven. Demasiado joven para saber lo que hacía. Le pregunto dónde está mi madre ahora, y si puedo conocerla. Responde que eso no lo sabe, pero que sí sabe que mi madre me quiere.
Pregunto a mi tía por qué no caemos bien a la gente, y dice que porque somos fuertes, porque somos ricos. Que la gente es celosa. Pregunto por qué no les hacemos también fuertes y ricos. Se ríe.
Mi tía me dice que no confíe en nadie. Ni en papá ni en Nonno. Le pregunto si puedo confiar en ella y empieza a llorar. Me marcho.
Religión
Hoy Nonno va a dejarme jugar con el Fruto. Dice que no es un juguete, pero yo creo que sí lo es. Brilla y hace ruidos. A veces me habla igual que Consus.
Nonno me pregunta si puede hablar con Consus, pero él no está aquí. No juega cuando Nonno está presente.
Nonno pregunta si el Fruto está hablando. Así es. Pregunta qué dice. Dice ACÉRCATE. Dice LIBERA TU MENTE. Nonno me pide que lo recoja.
Recojo el Fruto. La habitación parece divertida. Las paredes están inclinadas. Es como si respirasen. Nonno me grita que pare. Está asustado. Suelto el Fruto y me pide disculpas.
Me pide que coja el Fruto de nuevo y que cree un ave. Pregunto a qué se refiere y lo repite: “Crea un ave”.
Pienso en un ave. ¡Un águila! Veo la sombra de un ave en la pared. Así no es. Me concentro más y echa a volar.
Nonno aplaude cuando mi águila vuela por la biblioteca. Él también lo ve. Empiezo a reír y desaparece. Nonno escribe en su libro y me dice que ya hemos hecho bastante por hoy.
Humildad
Papá ha pedido a su amigo Micheletto que me dé clases hoy. No me cae bien. Es mezquino. Yo tampoco le caigo bien, aunque intento ser simpático.
Micheletto me pregunta si sé dónde dar una patada. Le digo que yo daría una patada en la rodilla. Dice que en la rodilla duele, pero que hay un sitio donde duele más, incluso a una mujer. Le pregunto si alguna vez le ha dado una patada a una mujer y contesta que a muchas.
Micheletto me tira al suelo y me dice que me levante. Lo intento, pero él me pisa. Me dice que moriré antes de cumplir los diez años. Cree que está perdiendo el tiempo.
Le muerdo en el tobillo. Me levanta de la camisa y me sujeta por encima de su cabeza. Llamo a papá, pero nadie contesta.
Micheletto dice que morder está bien cuando alguien te agarra, pero me pregunta qué haré si me rompe los dientes. Yo le suplico que no haga tal cosa.
Amaga con lanzarme contra la pared. Me pregunta si me he orinado encima. Le digo que no.
Micheletto pregunta si he aprendido algo. Le digo que no, pero miento. He aprendido a odiarle.
DEMASIADO LEJOS
Papá dice que soy muy blando y que le avergüenzo. Me hace llorar. Le digo que puedo ser más fuerte, como el. Me hace prometérselo.
Escándalo Público
Papá me ha vuelto a mandar con Micheletto. Le rogué que no lo hiciera, pero dice que es por mi propio bien, que necesito ver el mundo real. Llevo algo en la bolsa. Nonno se enfadará mucho si se entera.
Micheletto no me habla. Camina rápido. Casi demasiado rápido para que le siga.
Micheletto se para a hablar con un viejo. Es pobre y está sucio. Me pregunto por qué Micheletto le da dinero. Micheletto me dice el nombre del anciano y me pide que le salude.
El anciano es simpático. Dice que le recuerdo a su hijo. Me pregunta cuántos años tengo, y le digo que cinco.
Micheletto me manda silencio. Me callo mientras habla el viejo. Micheletto saca una cuerda y la enrolla alrededor de su cuello.
Micheletto levanta al viejo por el cuello. ¡Se ahoga! Patea y da manotazos. Le ruego a Micheletto que pare, pero sonríe.
¡Está muerto! Micheletto me pregunta si me he divertido y le digo que no. Dice que me irá gustando más cuando lo haya hecho unas cuantas veces.
Justo Castigo
Huyo de Micheletto. Él maldice y me persigue. ¡Es muy rápido! Trato de ir al callejón, pero él me sigue.
Micheletto saca de nuevo la cuerda. La tensa entre sus puños.
Saco el Fruto de mi bolsa. Micheletto parece impactado. ¡Intenta agarrarme!
LIBERA TU MENTE. GENERA. Oigo a Consus.
Intento representar algo. ¡Nada! Demasiado asustado.
¡Papá! ¡Socorro! ¡Papá!
Papá entra en el callejón. Se vuelve hacia Micheletto y desenvaina su espada. Micheletto pide disculpas y suelta la cuerda. Corro hacia papá, pero él desaparece. Micheletto huye.
EMBRUJO
En mis sueños soy mayor. Digo palabras que no comprendo en mi vida real, pero en esta vida fantasma sí. No sé quién soy, pero tengo imágenes de lo que he hecho. He viajado lejos y he segado vidas. Soy un mensajero y un impostor.
Iniciación
¿Qué hizo el Sudario a este pobre niño? Debería soñar con el equivalente renacentista a la luz del sol o las piruletas, no con asesinatos y política. Nunca había visto nada igual. -Erudito
Los Hermanos están ante mí. Aún no soy uno de ellos, pero pronto lo seré. Esta noche asciendo.
Aunque otros hombres sigan ciegamente la verdad, recuerda: nada es verdad.
Aunque otros hombres se dejen coartar por la ley o la moral, recuerda: todo está permitido.
Dejan su marca en mí. Un sacrificio simbólico. Unos hierros candentes queman mi mano.
Solo queda el salto de fe. Ellos primero: cada Hermano se lanza desde la torre y aterriza a salvo sobre un fardo de heno. Son como águilas. Libres. Yo no vacilo. La caída es como volar. ¡Qué emocionante!
Pedro. Juan soñaba que era Pedro. Eso significa que debía tener unos recuerdos de Lucrecia que avergonzarían al mismo Edipo. Un asunto feo, pero debes indagar más. Procuraré evitar que esto llegue a los informes de Abstergo. -Erudito
Mentor
Mis Hermanos han dejado a un chico a mi cargo. Su familia nos ha servido mucho tiempo, pero él es un niño aún. Le enseñaré los métodos de la Orden como lo hicieron conmigo a su edad.
Es un niño enjuto, de huesos finos y alto para su edad. Encontrará dificultades al principio, pero su cuerpo se adaptará al entrenamiento.
Francesco es entusiasta pero minucioso. Repite las preguntas. Me pide que repita mis demostraciones mientras estudia. No avanza de lección si no está satisfecho con los resultados. A veces me frustro porque es un perfeccionista.
Francesco es muy irascible. Me embiste sin pensar, espada en mano. Le rozo el costado para que vea que mi hoja puede atravesar sin problemas sus defensas. Le digo que se calme. En la batalla, la emoción es una debilidad.
Respondo y lanzo a un lado la espada de Francesco. La coge con desgana, con los hombros caídos e insultándose a sí mismo. Se la doy y le digo que pruebe de nuevo. Le explico cómo se agarra mejor un arma.
Es importante dejar que un niño sea niño. Dejo a Francesco con un grupo de chicos de su edad en una aldea cercana. Juegan a hacer un desfile y Francesco lo encabeza. Le aplaudo; lleva una armadura de juguete.
Creo que Francesco será un miembro excepcional de nuestra Orden. El chico es fuerte, a pesar de sus limitaciones físicas. Hablar con él es a veces como hacerlo con un adulto. Es muy sensato para su edad.
Locura
Las pesadillas me acosan. Nunca he sentido amor. Siento un amor tan profundo que ahoga. Soy Borgia. Los Borgia son mis enemigos. Soy un Asesino. Los Asesinos son mis enemigos. César es mi padre. Pedro es mi padre. Pedro. Soy Pedro. Soy Juan. Estoy perdido.
Me hundo en un mar de cartas. Debo escribir. Pero no sé hacerlo. Palabras que no entiendo cubren todas las superficies con tinta roja. Intento escribir encima con la pluma. Mi tinta negra se pierde en estanques escarlata.
Papá me golpea con la espada. César me apuñala en la espalda. Lloro. Me caigo. Quiero librarme de él. Quiero matarle. Tendré problemas. Causaré problemas a Lucrecia. Debo ir con ella. Todo por Lucrecia.
Estoy rodeado de encapuchados. ¿Tengo que enseñarles algo? ¿Cómo? Soy un crío. ¿Me enseñarán ellos a mí? Mis alumnos. Mis ejecutores. ¿Mi futuro?
Sé demasiado, pero no sé nada. Soy inocente, pero la culpa me destruye.
Busco un objeto de poder. No confío en que funcione. Sé cómo funciona. Le curará. Me curará a mí. Me transformará.
Mi sueño amenaza con reventar. Es demasiado. ¿Me despertaré? ¿Volveré a dormir algún día?
Visión Lateral
Soy un bebé. Enfermo y moribundo. Llevo a mi bebé. Tengo el Sudario. Me envuelve en un manto. El manto canta. El Sudario canta.
NO TE HAS DESARROLLADO. ¡Cúrale! EL SUJETO NO SE HA DESARROLLADO.
¡Maldita sea! Cúrale. ¿Quién habla? ¿Quién grita? ACÉRCATE.
¡Duele! EL DOLOR ES PASAJERO. No entiendo. NO ES NECESARIO COMPRENDER.
LA REPARACIÓN ES POSIBLE. DIFÍCIL. ¡Hazlo, entonces!
Qué calor. Qué frío. Me arranca la vida. Me hace sentir viva. ¿Ya está? SÍ. ¿Ha funcionado? ¡Responde! ¿Ha funcionado?
¿Consus? ¿Estás ahí, Consus? DUERME, NIÑO. OLVIDA ESOS SUEÑOS.
BUSCANDO LA CLARIDAD
Odio a papá. Nonno sólo se preocupa por el Fruto. Mi tía siempre está triste. ¡Quiero huir de ellos! Quiero vivir en otro lugar.
Migas de Pan
Una paloma entra en mi cuarto. Lleva una nota atada en la pata. La cojo y el ave echa a volar. Miro la nota, pero no puedo leerla.
Consus me cuenta qué dice. Quiere que vaya a la plaza de la fuente. ¡Un juego! ¡Me encantan los juegos!
Nadie me observa. Es fácil escabullirse si lo hago en silencio. Nonno está leyendo un libro. No me ve.
Mi tía llora otra vez. Llorará más si voy a verla. Dejo atrás su cuarto.
Papá no está en Roma. De todos modos, no me vería.
Los guardias están en su puesto. Están cerca de las puertas. Alguien les grita y salen a perseguirle. Atravieso las puertas corriendo.
Corro hacia la fuente. Una de las estatuas tiene otra nota en la mano. La cojo. Me dice que halle mi camino. Dice que use mis otros ojos.
Mis Propios Ojos
La nota decía que usara mis otros ojos. A veces veo cosas que no están ahí. Dibujos, olas. Busco dibujos en la fuente. ¡Me gusta este juego!
Busco una flecha o pisadas. No veo nada. La nota no decía qué debo buscar. ¡Ahí! Un hombre más radiante que el resto. Correré tras él.
Llego a un callejón. El hombre no está aquí. ¿Adónde ha ido? Miro hacia arriba. ¡Ahí está! Me río y me indica con la mano que le siga.
Es rápido. Salta de tejado en tejado. Trato de seguirle por las calles.
Llegamos a otro callejón. El hombre alza la mano. Quiere que me detenga. Se pone un dedo en los labios. Quiere que no hable.
Dos hombres mugrientos me ven. Uno no tiene dientes. ¡El otro tiene un cuchillo! Preguntan por qué mi ropa es tan bonita, y que si tengo monedas.
¡El hombre ha caído! Está muy alto. Creo que se hará daño. ¡No! Cae sobre el otro hombre. Aparta sus manos. ¡Sus cuellos sangran!
Reencuentro
Dice que se llama Francesco. Su ropa es extraña, como la de un mago. Dice que no tenga miedo. No tengo miedo. Le digo que quiero ir con él.
Me pregunta si sé dónde está el Fruto. Le digo que papá me lo escondió cuando descubrió que lo estaba sacando fuera. Ya no me dejan jugar más con él.
Consus dice que confíe en Francesco. Dice que puede ayudarme.
No sé por qué, pero le digo que le perdono. Me pide que lo repita, pero no recuerdo qué he dicho.
Dice que puede llevarme a vivir con sus Hermanos. Solo si es lo que quiero. ¡Lo es! Le pregunto si es un Asesino y hace un gesto extraño.
Francesco coge la ropa sucia de uno de los hombres que ha matado. Me envuelve con ella. ¡Apesta! Caminamos deprisa entre la gente. Tiene un caballo esperando. Me ayuda a montar.
Galopamos rápido. Pregunto a Francesco si volveré a ver a mi tía. Me dice que yo lo decidiré, pero tengo que guardar secretos. Grandes secretos.
¿TU TAMBIÉN, BRUTO?
TU MENTE ESTÁ DAÑADA. SUEÑAS CON SOÑADORES YA MUERTOS. VIDAS PASADAS QUE RESURGEN. LÍBRATE DE ELLAS O ESTÁS MUERTO.
Cavernas de la Mente
¡Más sueños con la cueva! Palpo las paredes con mis manos fantasmales y reconozco cada grieta. Hay algo escrito, pero no sé leerlo. Está tallado y quemado para oscurecerlo. No alcanzo las respuestas en el sueño.
Vuelo, y no tengo forma. Soy el viento. No, cabalgo sobre el viento y salgo de la ciudad. Cruzo campos y bosques. De nuevo estudio el camino, pero sé que cuando despierte me habré perdido.
Los oigo. Avisos. Profecía. Fatalidad. ¡Pesadillas! Me necesitan. Necesito.
Veo un rostro. Es el mío, y luego el de mi padre. Mi César. Aves carroñeras picotean la carne de su cráneo.
Cleopatra y César se besan mientras Roma arde. Grito a César. Me giro. Doy la vuelta y salvo a nuestra gente.
Veintitrés hojas. Veintitrés llaves.
EXCESO DE INFORMACIÓN. SIN IMPORTANCIA. IRRELEVANTE.
Intervención
Caemos de rodillas con el aliento contenido, tratando de comprender el espectáculo que vemos. Juan está soñando. Bruto está despierto. Esta misma cueva ha hechizado nuestros sueños. Hemos pasado incontables noches explorándola dormidos. Algo nos impulsaba a buscarla.
Aquí es donde nos reuniremos. Aquí urdiremos la caída de nuestro enemigo, nuestro amigo, nuestro padre, nuestro dictador perpetuo. Somos cuarenta, todos senadores. Un niño, un soñador. Cada uno un libertador. Cada uno un Asesino.
La primera reunión ha terminado. Nuestro problema está claro, nuestra respuesta no. César abandona el Senado, deposita su confianza en gobernantes extranjeros y adopta el orgullo y la pompa de su ramera egipcia. César se aleja de su familia y deja a Juan a merced de su perro rabioso.
César nos habla sin levantarse del asiento y se burla de nuestras preocupaciones. Ha creado un Senado a su medida, lleno de impostores a quienes los asuntos de Roma no les incumben. Papá trabaja con monstruos y asesinos a quienes el pueblo de Roma no les importa.
Mis Hermanos están sedientos de sangre, pero no sé si yo podré derramarla. Roma no será libre mientras papá siga vivo.
Hemos hallado pistas de lo que nos trajo a este lugar. Murmullos. Luces que parpadean a través de grietas en la tierra. Una puerta que es un rompecabezas. Debemos hallar la solución.
HE PERDIDO EL CENTRO. No, he hallado un propósito. SOLO VES EL PASADO. No, veo el futuro.
Sonámbulo
DESPIERTA, NIÑO. ¡Estoy despierto! Mira, tengo los ojos abiertos. Debo encontrar un cuchillo. He de apuñalar a César veintitrés veces.
Encuentro una daga en la habitación donde César y yo practicamos con espadas de madera. Me subo a una silla para descolgarla de la pared. Todavía no me dejan usar hojas de verdad, pero me gusta la sensación del acero.
Hoy son los idus de marzo. César estará en el teatro de Pompeyo. Me escurro por el corredor. Cleopatra duerme en su cuarto.
ES UNA FANTASÍA, O ESO CREO.
Los demás senadores no están. ¡Teníamos un plan! Se habrán asustado. ¡Lo haré solo!
César ronca. Soy pequeño, pero puedo matarle si soy silencioso. Levanto la daga y le miro a la cara. ¡Papá!
Micheletto me agarra del brazo y me saca del cuarto. Intento gritar, pero me tapa la boca. ¡Yo no quería! ¡Por favor, deja que me vaya! EL DOLOR ES PASAJERO.