El Sacro Imperio Romano de Maximiliano celebra que su cultura, su ciencia y su reforma florecientes progresan en Alemania. La Hermandad también observa detenidamente este progreso.
SIN MENCIONAR.
El historiador Conrad Celtis centra sus estudios en la historia del mundo más que de una región específica. Aunque sus objetivos son loables, ha descubierto algunos secretos que deben permanecer ocultos.
Nuestros contactos en Alemania conciertan una reunión con Celtis. Le hemos ofrecido información sobre órdenes y cultos clandestinos, oferta que creemos que aceptará enseguida. Pero no le hablaremos de nosotros.
Celtis es un anfitrión cortés. Me da la bienvenida y me trata como invitado de honor. Parece saber quién soy.
Sin perder tiempo, me explica que está escribiendo un libro que sigue los pasos de nuestra Orden a través de la Historia. Niego pertenecer a orden alguna y sonríe.
Quiere ver mi hoja oculta y saber si es cierto que me he cortado un dedo como muestra de lealtad. Examina mi guante y me pregunta quién nos dirige.
Me dice que desea representarnos como héroes, que la Historia debería alabar nuestro trabajo. Le digo que no puede ser y pregunta por qué. Me duele amenazar a este sabio, pero así ha de ser.
Celtis acepta guardar nuestro secreto, aunque ha perdido años de trabajo. Protesta, pero me llevo su trabajo a Roma. Es demasiado peligroso. Pero a pesar de todo, creo que podría haber ganado un aliado con el poder de escribir la Historia.
LO QUE CUESTA EL SABER.
El príncipe elector Federico el Sabio (Friedrich der Weise) pretende crear una universidad en Wittenburgo, dedicada a la religión reformista. Los Borgia preparan un soborno para Federico y los suyos con la intención de que abandonen su loco proyecto. Interceptaremos ese dinero.
Los profesores de Federico quieren cuestionar las prácticas de Rodrigo y su círculo, y los Borgia suelen responder con violencia a los desafíos. ¿Por qué enviar un soborno? Estos hombres deben ser poderosos.
Llegamos a Wittenburgo y obtenemos unos atuendos raídos. Atacaremos vestidos de bandidos.
Interceptamos el carruaje de los Borgia en las afueras de la ciudad. Los disfraces funcionan. El conductor trata de rodearnos para huir.
El conductor no controla el carruaje y vuelca. Sus ocupantes salen a defenderse, pero acabamos con ellos.
El conductor cojea; tiene una pierna rota. Le dejamos escapar y recogemos los cofres del interior del carruaje.
Nos hemos asegurado de que Borgia crea que unos bandidos robaron el dinero de su soborno. Mientras tanto, la universidad ha recibido una contribución enorme de un donante anónimo.