Si eres de los que creen que los piratas no pasaban su tiempo libre jugando a la patata caliente o al escondite, probablemente estés en lo cierto. Debido a los escasos y espaciados días de paga y las largas travesías, es probable que los juegos más populares fueran los que implicaban apostar y beber. El juego de cartas del “treinta y uno” es uno de ellos.
El objetivo de este juego consiste en conseguir 31 puntos o acercarse lo máximo posible a esa puntuación. Al comienzo de la partida, los jugadores deciden la apuesta y reciben tres cartas boca abajo. Después, el repartidor le pregunta a cada jugador si quiere “plantarse” o recibir “carta”, así hasta llegar a su turno. Si un jugador elige la primera opción, el repartidor pasa al turno siguiente. El jugador también puede pedir cartas hasta que decida plantarse.
La primera persona que sume 31 puntos exactos gana, y cualquiera que supere esta cifra queda automáticamente fuera del juego. Si nadie alcanza los 31 puntos, el jugador que se haya acercado más gana. En caso de empate, se lleva el bote el jugador más mayor. Nadie dijo que este tipo de juegos fueran justos…
El juego del treinta y uno se considera un precursor del “blackjack” jugado en los casinos modernos. Probablemente sea mejor que estos establecimientos dedicados al juego fueran poco frecuentes durante le Edad de Oro de los Piratas los barcos piratas jamás habrían zarpado de los puertos.