Las misiones temerarias para localizar tesoros hundidos son algunas de las asociaciones más comunes con los piratas del Caribe. Como Edward Kenway en Assassin’s Creed IV: Black Flag tienes la oportunidad de tomar esos riesgos.
Al igual que mejora la visibilidad bajo el agua en una ensenada protegida, debería estar claro a estas alturas que Black Flag ofrece la completa experiencia pirata en abundancia. Y así, en asuntos relacionados con el buceo en busca de tesoros, los encuentros son tan mágicos como es de esperar. Podemos saborear el placer de deslizarnos sobre los arrecifes de coral o mirar atentamente a través de los bosques de algas para poner los ojos sobre el premio.
Las riquezas varían entre los cofres individuales encontrados por casualidad cerca de una isla desconocida, o los restos de naufragios bien documentados pero traicioneros de, otrora, majestuosos galeones españoles. Hay cementerios de barcos enteros listos para los saqueos piratas, aunque fuertemente custodiados por los rivales.
Todos los tesoros reclamados por Edward son almacenados en su escondite secreto, una gloriosa mansión con temática náutica con habitaciones enteras dedicadas a sus botines exóticos. Es un verdadero espectáculo para la vista.
Traducción por José Carlos García Díaz
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