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0:00 : Hola, papá. Ah… ya sabes, eh… es divertido, pero tengo este recuerdo de ti… al que sigo volviendo. Y siempre pienso en ello cuando estoy trabajando, o justo antes de ir a la cama. Porque, eh… como que… me calma, creo. Eh… tenía catorce años, creo, y… y tú intentabas enseñarme a caminar con sigilo… ¿Lo recuerdas? A ser consciente del ruido que hacía cuando me movía… Cosas sencillas. Cosas que entiendo ahora, pero antes… Yo, eh… Debo confesarte que pensaba que eras un idiota. Así que… Me dijiste que ibas a subir a tu habitación, a sentarte de espaldas a la puerta y leer un libro… Y que querías que esperara al menos quince minutos, que me colara allí y te tocara el hombro sin que te dieras cuenta. Hasta recuerdo el libro que estabas leyendo, el del capitán Johnson… Me advertiste que si me pillabas, tendría que empezar desde el principio… Luego subiste… y yo esperé… Y esperé, y esperé… Esperé cuatro horas antes de decidirme a subir. E incluso entonces, tardé veinte minutos en poner el pie en las escaleras. Y otra media hora en subirla. Y diez minutos más en cruzar el pasillo. Y allí estaba, en la puerta… Miré a tu habitación… Y tenía la esperanza de que estuvieras dormido, pero no. No, tú… seguías leyendo. Estaba a punto de cagarme en los pantalones. Pero diez minutos después, apenas estaba a metro y medio de ti. Y entonces fue cuando recuerdo que planté el pie… y te estremeciste… muy levemente, pero te estremeciste. Pensé que quizás lo había imaginado. Pero supe que me habías oído… aunque no dijiste nada. Solo miraste tu reloj, cogiste tu bebida, tomaste un trago, y seguiste leyendo. Supe que había fallado. Pero no dijiste nada. No… no sabía por qué. Luego me lancé y te toqué en el hombro. Te diste la vuelta y gritaste: “¡Oh! ¡Genial!”, y me alzaste para darme un abrazo. Y yo no dije nada. Pero papá… Papá, estaba tan cabreado… Quería gritarte… Había fallado, y tú lo sabías. Pero no dijiste nada. El enfado me duró semanas. Creía que estabas siendo… condescendiente conmigo. Pensé que quizá en ese momento habías decidido que nunca sería el hombre que tú querías que fuera… Pero hace unos pocos años me di cuenta… la mirada al reloj… era la pista, ¿verdad? Me dejaste ganar porque… había sido muy paciente… y supongo que eso te gustó. Bueno, quizá en ese momento pensaste que sería mejor ser mi padre en lugar de mi mentor. Yo… La verdad es que no sé… Quizá para ti es lo mismo… Pero bueno, en cualquier caso me alegra que mi mentor y mi padre estuvieran conmigo ese día. Entonces no lo entendí… Pero ahora creo que sí.