¡Los ingleses por fin han abandonado Boston!
Hasta finales de febrero busqué con desesperación una estrategia que permitiera que nuestras fuerzas tan pobremente armadas, se deshicieran de ellos. Por fortuna, Henry Knox llegó a finales de mes con la artillería, los proyectiles y la munición que necesitábamos. Ordené que desplegaran los cañones de Ticonderoga en el punto de Lechmere, así como en Cobble Hill y Lamb’s Dam. El 4 de marzo lanzamos un ataque y tomamos las colinas que rodean Boston.
Los ingleses se retiraron, de modo que la artillería pudo avanzar durante la noche y reforzar nuestras nuevas posiciones. Nuestros hombres estaban exhaustos, pero bastó con recordarles que el 5 de marzo era el aniversario de la masacre de Boston para que la rabia los diera fuerzas renovadas. Los británicos intentaron recuperar posiciones varias veces, pero nuestra determinación hizo que acabaran negociando su evacuación. Según lo pactado, zarparon el día 17 sin que ni siquiera abriéramos fuego sobre ellos.
¡Boston era libre!