Historia

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En el año 1524, el Antiguo Mentor de la Orden de los Asesinos en el sigo XVI, Ezio Auditore se retiró a una pequeña villa en la campiña de la Toscana, con su esposa Sofía y sus hijos Marcello y Flavia. Mientras Ezio escribía en su estudio, Sofía le pidió que vigilara a Flavia mientras ella y Marcello visitaban a su hermana Claudia. Inmediatamente después, él deja su estudio para atender sus viñedos mientras Flavia juega cerca de la villa. En medio de sus cosechas, vio a un extraño vestido de negro, hablando con Flavia. Temiendo lo peor, Ezio rápidamente interceptó al extraño, sin embargo, Flavia le dijo que no era peligroso, entonces Ezio vio su colgante con la insignia de los Asesinos.

Más tarde, la Asesina se presento como Shao Jun y le pidió a Ezio ayuda para salvar a su gente y Orden. Ezio se negó, argumentando que su tiempo en la Orden  se acabó, le pidió a Jun que se fuera, a pesar de sus súplicas. Pero Sofía dijo que Jun debería quedarse, ya que había recorrido un largo camino. Jun se quedó, mientras la familia se preparaba para descansar por la noche. Ezio reflexionó sobre La vida que había dejado, mientras miraba a sus hijos con Sofía.

A la mañana siguiente, Ezio inspeccionó la villa buscando a Shao Jun y la encontró en su estudio. Furioso, Ezio la echó de su estudio y la dijo que debía dejar Italia, que había perdido el tiempo buscándole. Shao Jun leyó un fragmento de lo que Ezio estaba escribiendo, ella le dijo que sólo quería entender  lo que necesitaba para restaurar la Orden. Ezio le contó el porqué era reticente a ayudarla, porque podría poner en peligro a su familia. Más tarde, la llevó a Florencia para ayudarle en la cosecha de la uva.

Ezio atendió su negocio mientras Shao Jun seguía observando. Luego, la llevo a la plaza del Palacio de la Señoría, donde su familia fue asesinada. Donde la habló sobre la cómo se lleva a cabo el trabajo de un Asesino. Mientras estaban de regreso a la villa, fueron interceptados por un asaltante que se enfrentó a Shao Jun en combate. Después, los dos huyeron, ya que más de los hombres armados les seguían.

Mientras Ezio conducía el carro de regreso a su villa, Shao Jun le contó su pasado. Le explicó que su mentor había planeado reunirse con él, pero fue asesinado por los mismos hombres en Venecia, que eran soldados del Emperador Jiajing, que trató de capturar a Shao Jun por sus actos contra su gobierno.

Tras llegar a la villa, Ezio le dijo a Sofía que ella y los niños debían irse a casa de Maquiavelo, temiendo que los asaltantes vinieran tras sus huellas. Después de que su familia se fuera, Ezio y Shao Jun se quedaron para prepararse para los hombres. Después de contarle a Jun como reformó la Orden en Roma y Constantinopla, Ezio la aconsejó descansar mientras él permanecía en la sala vigilando.

Los Soldados Imperiales llegaron como esperaban, invadiendo la sala de la casa del Asesino. Mientras Shao Jun luchaba con algunos de los sirvientes del Emperador en la planta alta, Ezio lo hacía en la planta baja, derrotando a tres de ellos. Al ver a un grandullón con un cañón de mano preparándose para disparar a Jun, Ezio rápidamente subió al piso superior a interceptar a los soldados y salvarla del disparo del cañón. Después, ambos saltaron por la ventana a campo abierto. Allí, lucharon contra el soldado del cañón y tras una ardua pelea, consiguieron derrotarlo.

Al día siguiente, Ezio se despidió de Shao Jun, agradeciéndole su ayuda. Antes de que partiera, Ezio le dio un pequeño cofre, diciéndole que podría ayudarle algún día, pero le dijo que sólo debería abrirlo cuando perdiera el rumbo. Justo después, los guardia del gobierno llegaron a la villa de Ezio. Aconsejó a Shao Jun que debía irse antes de que la vieran. Mientras ella se marchaba, Ezio habló con los guardias.

Algún tiempo después, Ezio acabó sus escritos en su estudio. Sofía después le dijo que Flavia y ella iban a ir a Florencia. Ezio decidió acompañarlas. Allí, Ezio se sentó en un banco cercano mientras la pareja compraba provisiones. Mientras Ezio observaba, un joven se sentó con él, criticando a las mujeres de Florencia.

A pesar de su actitud irrespetuosa, el hombre aconsejó a Ezio que debía tener coraje y le recomendó descansar antes de levantarse e irse. Mientras Ezio miraba a su esposa e hija, sonrió. Las dos miraron atrás, pero con expresión de susto en lugar de felicidad.

Ezio Auditore falleció donde estaba sentado a la edad de 65 años. En su estudio dejó una carta, dirigida a Sofía. Donde había escrito:

“Cuando era jóven, disfrutaba de gran libertad pero no la valoraba, tenía tiempo pero no lo disfrutaba y tenía amor pero no lo sentía. Pasarían muchas décadas hasta comprender el significado de los tres,  y ahora en el ocaso de mi vida la comprensión se ha tornado en satisfacción. 
Amor, libertad y tiempo…antaño tan desechables, son ahora lo que me impulsa… en especial, el amor, querida mía. Para ti, nuestros hijos, nuestros hermanos y hermanas y el vasto y maravilloso mundo que nos dio vida y nos mantiene en ascuas. 
Con infinito afecto, mi Sofía. 
Siempre tuyo… 
EZIO AUDITORE”

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