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ARAGÓN

Aragon

Barcelona – Buenas Compañías

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Quedé atónito, si bien me sentí muy honrado, cuando el señor capitán me abordó. Al fín y al cabo, su reputación como leal siervo de la corona de Aragón no tenía igual, mientras que yo, por otro lado, apenas era conocido, ni siquiera en mi pueblo matal de Épila. Todo quedó mucho más claro cuando el señor capitán desveló que era miembro de la Orden a la que yo servía con orgullo y me pidió, como hombre de letras, que diera validez a los rumores que había oído. Con ayuda de su séquito, empecé a investigar, seguro de encontrar las respuestas que buscaba entre la élite cultural de Barcelona.

 Zaragoza – Por lo que Valga

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De todos los valientes miembros de nuestra compañía, los únicos templarios éramos mi señor capitán y yo. Y nadie, ni siquiera los consejeros de mayor confianza de mi señor capitán, deben descubrir jamás nuestro secreto. Nuestra misión en Italia dependía de ello. Mi señor capitán era un hombre motivado y entregado, pero, lo que es más importante, era un diplomático nato. Aun así, para demostrar su valía a Su Excelencia, el rey, necesitaba el apoyo de todos los miembros capaces de su recién formada compañía. Así pues, mi señor capitán nos enfrentó a los restantes grandes señores de Aragón y sus siervos en una contienda que iba mucho más allá de las normas propias de cortesía.

Valencia – Quebrantar la Fe

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En Valencia, mi señor capitán me nombró guardián de un joven llamado Adriá, hijo de un noble catalán, que nos acompañaría en nuestro viaje. Aún no nos habíamos quitado el relente de la mañana cuando Adriá y yo subimos al navío que habría de llevar a la compañía  a Italia. Para sorpresa nuestra, el hermano Ristoro, un ferviente sacerdote que también viajaba en el mismo buque,  nos dijo que ya no éramos bienvenidos a bordo. Por suerte, mi señor capitán intervino para plantar cara al sacerdote.

ITALIA

Italia

Gavorrano – Sin Piedad

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Tuvimos mucho cuidado para evitar ser descubiertos camino de Siena. Tras atracar en una apartada localidad costera, acabamos deteniéndonos en Gavorrano. No esperábamos tener problemas en este pintoresco lugar, pero así fue. El condotiero Micheletto Corella se hallaba allí, y sus exploradores habían descubierto nuestra llegada. Descubrí que Corella y mi señor se conocían bien. Quizá demasiado. Había una gran rivalidad entre ambos, pero se trataban de hermanos. Me resultó sorprendente, pues ignoraba que Micheletto fuera un templario, como mi señor capitán y yo. Aún así, por razones por entonces desconocidas para mí, los hombres de Corella nos tendieron una emboscada.

Siena – Cortesía entre la Nobleza

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Me considero afortunado, pues los miembros de la compañía de mi señor capitán son valientes y competentes, tanto en la guerra como en el arte de la política. En nuestro tercer día e visita a Siena, los Pazzi, una de las familias más poderosas e influyentes de la Toscana, aceptaron recibir a mi señor capitán. El encuentro se prolongó hasta altas horas de la noche y, pese al hecho de que Vieri de’ Pazzi y mi señor capitán formaban parte de la misma orden, fue necesario el esfuerzo conjunto de toda la compañía para ganarse el respeto y, lo que es más importante, la confianza de la familia Pazzi.

Monteriggioni – Según las Reglas

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Por nuestro encuentro con la familia Pazzi, supimos que se sospechaba que el señor de Monteriggioni era enemigo de la orden a la que tanto mi señor capitán como yo servíamos en secreto. Así pues, no me sorprendió que mi señor capitán nos ordenara que investigáramos el asusnto. El el pueblo fortificado de Monteriggioni, no esperaba tener que vérnoslas con los mayores eruditos de Italia. No obstante, he de admitir que me alegró conocer, entre otros, al astrónomo Nicolás Copérnico.

San Gimignano – Grandes Aspiraciones

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Mi señor capitán descubrió muchos secretos de los eruditos de Monteriggioni. La mayoría de dichos secretos yo mismo no los comprendía. Una noche, junto al fuego, mi señor capitán me desveló, como su siervo más devoto, que pronto dispondría de los medios para hacer a nuestra orden aún más fuerte, en tierras de Aragón y más allá. Al día siguiente, llegamos a San Gimignano, donde nos recibió el actor Pietro Rossi.

Pisa – Con el debido Respeto

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No hubo incidentes en nuestro largo viaje a Pisa, pero fue durante el mismo cuando mi señor capitán consideró apropiado explicarme el verdadero propósito de nuestra misión secreta a Italia. Buscaba una antigua reliquia, un objeto tan poderoso que duplicaría la fuerza de nuestra gran orden, siempre que lograra localizarlo. Por este motivo me había pedido que fuera el guardián de Adriá, pues creía que el joven podía ayudarnos en nuestro empeño. Es más, era precisamente la razón que nos había traido a Pisa, donde conocimos a algunos de los hombres más sabios del mundo.

Florencia – Honor entre Ladrones

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A nuestra gran compañía se le había confiado la secreta labor de promover los intereses económicos y políticos de la corona de Aragón por todo el territorio italiano, pero mi señor capitán tenía sus propias prioridades: ganarse el favor de los hombres más importantes e influyentes del lugar para reforzar el poder de la orden a la que ambos servíamos. Muy pocos de nuestra compañía conocían este hecho, pero yo sospechaba que alguno de los nuestros conspiraba en secreto contra mi señor capitán y, por ende, contra la orden. Mis sospechas se vieron confirmadas cuando tuvimos que vérnoslas con el Zorro en Florencia. ¡Alguien cercano a mi señor capitán nos había traicionado!

Vernio – El Alma de la Fiesta

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Nuestra misión en Italia había resultado fructífera hasta el momento, pero quedaba mucho trabajo por hacer. En la Toscana, descubrimos que nuestra orden era fuerte, a pesar de las ocasionales disputas entre sus miembros. No obstante, para garantizar la posición de la  orden, era necesario asegurar a muchos posibles aliados. Esa era la razón por la que mi señor capitán asistió a un gran banquete en Vernio. Durante el banquete, tuve el placer de conocer a algunos de los señores más notables de Italia, pero lo que mi señor capitán buscaba era el favor de Caterina Sforza, condesa de Forli.

Regio Emilia – Se Necesita Personal

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Me preguntaba por qué mi señor capitán se había comprometido a ayudar a la condesa de Forli. Sin duda, Caterina Sforza tenía algo, cierta información vital, quizá, que mi señor capitán buscaba. Cuando llegamos a Reggio Emilia y conocimos a Gaspar de la Croix, maestro ingeniero, empecé a comprender la lógica de mi señor capitán: si lograba convencer a de la Croix para que ayudara a Forli en estos momentos difíciles, los secretos del maestro ingeniero serían revelados a nosotros, y a nuestra orden. Ya sólo quedaba asegurarse la cooperación del maestro de la Croix.

Forli – Sólo la Condesa Sabrá

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Provistos de los conocimientos obtenidos del maestro ingeniero, regresamos a Forli para ayudar a fortificar las precarias defensas locales. Apenas tuvimos tiempo de prepararnos pues, a la cuarta mañana, al alba, saltó la alarma. Una gran hueste asediaba la ciudad y de nosotros dependía defenderla, o perecer en el intento. Por suerte, hay muchas formas de alcanzar la victoria.

Rávena – El Principio de algo Peor

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Nunca llegué a saber qué secretos obtuvo mi señor capitán de Caterina Sforza, o qué favores aceptó otorgarle, pues, en cuanto levantaron el asedio a Forli, nuestro comandante nos llevó a toda prisa a Rávena. Sin duda, mi señor capitán había descubierto algún tipo de pista que nos acercaría a la reliquia olvidada que me había mencionado. Por desgracia, Bartolomeo d’Alviano, el infame condotiero, nos aguardaba a las afueras de Rávena.  ¿Nos había traicionado Caterina Sforza? ¿O eran los espías de la hermandad tan eficaces como temía? Independientemente de cómo se había enterado el condotiero de nuestro viaje a Rávena, habíamos de vérnoslas con sus increibles tropas: unos cuantos militantes que parecían deseosos de apoyarlo.

Padua – Intereses Creados

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Estábamos en Padua cuando Silvio Barbarigo, inquisidor de Venecia, hizo llamar a mi señor capitán. El inquisidor acusó abiertamente a mi señor capitán de herejía. Los cargos supusieron no sólo una completa sorpresa, sino también un golpe atroz y dañino. Una nueva prueba de que los miembros de nuestra orden conspiraban contra sus propio hermanos. Ojalá comprendieran que sólo con unidad podrá sobrevivir la Orden de los Caballeros Templarios. Ya teníamos suficientes enemigos sin necesidad de luchas internas. Por suerte, a esas alturas ya sabíamos cómo vérnoslas con gente de la raela del inquisidor.

Venecia – Como Uña y Carne

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Tras nuestro roce con el inquisidor de Venecia, volvieron nuevamente a traicionarnos. Esta vez, la traición no provenía de compañeros templarios, sino de alguien que indudablemente se contaba entre nuestras filas. ¡No Había otra explicación! Aún no había logrado identificar al judas, pero en ese mismo instante juré descubrir su identidad, a toda costa. Por culpa del traidor, el azote de Venecia, que estaba claramente confabulando con nuestros enemigos, hizo cuanto estuvo en su mano por detenernos. Su líder, Antonio de Magianos, demostró ser un digno adversario.

Pescara – Acto de Fé

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Íbamos camino de Roma cuando mi señor capitán me dio más detalles sobre por qué me había nombrado guardián del joven Adriá: el joven catalán no sólo era un gran estudioso, sino que podía ayudarnos a identificar la reliquia que buscábamos, quizá incluso a comprender su funcionamiento. No era de extrañar que el joven significara tanto para mi señor capitán. Estaba considerando tales cuestiones cuando las tropas de César Borgia nos interceptaron. Esta vez, debíamos demostrar ser dignos de que nos recibiera el mismísimo papa.

L’Aquila – Batalla Campal

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Tras una ardua labor con Lia de Russo, logramos convencerla para que se comprometiera a hablar en nuestro favor con la nobleza romana. Aún estábamos por llegar a Roma, pero toda la compañía comprendía que nuestro viaje tocaría pronto a su fin. Seguía intentando vanamente descubrir al traidor que se ocultaba en nuestras filas. Lograba pasar inadvertido. Con el tiempo, empecé a temer que el traidor fuera un Asesino. ¡Y no un Asesino cualquiera, sino un maestro! Nadie más podría haber engañado a mi señor capitán tanto tiempo. Al llegar a L’Aquila, tuvimos que atender otros asuntos, pues nos enfrentábamos entonces al hombre más temible de Italia: el mismísimo César Borgia, capitán general de la guardia del papa.

Roma – Mover Montañas

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Tras nuestro encuentro con César Borgia, llegamos a Roma. ¡Por fin! Mi señor capitán confiada en encontrar su valiosa reliquia en el distrito del Vaticano, quizá incluso en las mismas paredes de la Capilla Sixtina. Yo sólo podía especular de dónde había sacado tal información, pero de algo estaba seguro, tan seguro como que era de Aragón: mi señor capitán tenía razón. Conocer a Rodrigo Borgia, obispo de Roma, fue un momento importante.

Roma – Atacados

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Mi señor capitán había dispuesto una reunión secreta con madonna Solari, pues precisaba hacer uso de los grandes recursos de sus cortesanas para huir sin ser descubierto de Roma. A la hora acordada, acudimos a la cita en la Rosa en Flor, ¡pero caímos en una emboscada! ¡Las cortesanas nos traicionaron! Y lo que es peor, ¡colaboraban con los Asesinos! Cuando esos malvados dieron la cara, Adriá, mi pupilo, se volvió contra nosotros. ¡Al fin se descubría el traidor entre nuestras filas! Y así comenzó la batalla más formidable que había librado jamás.

IMPERIO OTOMANO

Constantinopla

Constantinopla – Afrontar la Consecuencias

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Tenía la suerte de haberme convertido en mano derecha de mi señor capitán, pero el traidor Adriá, de quien me había nombrado guardián al inicio de nuestro viaje, había logrado escapar durante nuestro enfrentamiento con los Asesinos en Roma. Los días de nuestra modesta compañía, no obstante, distaban mucho de haber llegado a su fin, y todos seguiríamos de buen grado a mi señor capitán donde quisiera llevarnos, aunque, para ser justos, ninguno de nosotros esperábamos viajar tan lejos, hacia Oriente, cuando partimos de nuestro amado reino de Aragón, meses ha. Tras una larga travesía por mar, pusimos al fin pie en la gran ciudad portuaria de Constantinopla, orgullo de Oriente. Los lugareños no nos brindaron precisamente una cálida acogida, pero, por suerte para nosotros, contábamos con la guía de mi sabio señor capitán. ¡Sabíamos que no fracasaríamos!

IMPERIO OTOMANO – 2ª PARTE

Gálata – Escasez de suminsitros

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–Ece Ashkar, Asesina

Nuestra ciudad está sumida en la confusión tras un gran temblor, más fuerte de lo que ningún hombre vivo es capaz de recordar. Empezó de pronto como la llegada de unas grandes náuseas, y dejó Konstantiniyye débil, postrada y paralizada. Hay miles de muertos y muchas personas se han quedado sin hogar. Cientos de edificios y docenas de mezquitas ha sufrido daños, entre los que ha salido especialmente mal parado el gran monumento a mayor gloria de Beyazid.

Han pasado tres semanas del suceso y la tierra todavía sigue sacudiéndose de vez en cuando. Nos recuerda su fuerza, se burla de nosotros. Tanto musulmanes como cristianos o judíos califican lo sucedido de “Pequeño Juicio Final”, aunque cada uno tiene sus propias ideas sobre a quién iba dirigida exactamente la ira de Dios.

Entretanto, los Asesinos se preocupan de cuestiones más terrenales. Desde el primer día, Yusuf Tazim ha dirigido nuestros esfuerzos para proporcionar alimento y cobijo a quienes no disfrutan de los mismos. Pero hasta hoy no nos hemos enterado de ciertas noticias un tanto preocupantes: está llegando a la ciudad un número inusitadamente elevado de mercenarios con intención, según nuestras fuentes, de lanzar un ataque contra nuestro cuartel general de los muelles del Gálata.

Yusuf se ha dedicado a ampliar nuestra ubicación secundaria junto a la torre, mientras el resto de nosotros nos preparamos para la batalla, poniendo especial cuidado en advertir y proteger a los inocentes que pudieran verse atrapados en esta pelea. Pero, ¿quién está detrás de este ataque no provocado? ¿Y qué es lo que esperan conseguir? Cuesta imaginar que no sean conscientes de la gran fortaleza de nuestra orden dentro del Imperio del sultán. Solamente el tiempo y la sangre derramada lo dirán.

Constantinopla – Punto Muerto

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–Hasan Pasha, templario

Han pasado dos meses desde el “Pequeño Juicio Final” y la ciudad ya va logrando recuperarse, mientras nuestra guerra con los Asesinos se intensifica. Nuestro ataque a su cuartel general de los muelles no fue decisivo, pero si duda les hemos impedido poder seguir utilizando ese lugar. Hay que señalar que buena parte de nuestro éxito se debe al gran número de mercenarios que han emigrado a la ciudad tras la marcha del sultán.

Me pregunto qué los trae aquí. Es cierto que, con la ausencia del sultán Beyazid, la seguridad es más bien escasa en la capital. Quizá vengan buscando trabajo, u oportunidades de hacer trabajos sucios. Naturalmente, eso favorece a nuestra orden templaria, como demuestra una carta enviada recientemente por el príncipe Ahmed desde su palacio de Amasya; citaré textualmente las partes más relevantes:

“¿Sabías de la existencia, querido Hasan, de Cem, el hermano muerto tiempo ha e injustamente caído en desgracia de Beyazid, el primero de los hijos de Mehmed en apreciar la verdadera fuerza y sensatez de la visión de los templarios? Cem era un hombre encantador, erudito y sincero, un tío atento, con una compasión de la que mi propio padre a menudo carece. Durante más de una década, Cem me escribió en secreto desde sus distintas prisiones en Europa, enseñándome y guiándome, dando forma a mi modo de pensar y de actuar”…

“Y fue Cem quién me indicó que me hiciera con un manuscrito de saber singular, unas memorias escritas por un mercader veneciano que recogen su íntima amistad con Altaïr Ibn La’Ahad, el legendario mentor Asesino que pasó más tiempo con el Fruto, o uno de los Frutos, que cualquier otro hombre en tiempos recientes. Por fin he conseguido ese manuscrito, 22 años después del último ruego de mi tío”…

“Este peuqeño libro contiene suficientes detalles como para deducir dos hechos sumamente interesantes; que Altaïr, en sus últimos años de vida, ocultó todos los conocimientos que obtuvo del Fruto en una cámara bajo su antiguo hogar de Masyaf, y que las llaves de la cámara, que envió junto con el mercader a nuestra ciudad, se hallan enterradas bajo nuestra querida capital”…

“Mis órdenes, por tanto, son las siguientes: registrad bien todos los túneles bajo el palacio Topkapi e informad de lo que encontréis. Pero tened cuidado. Los Asesinos se han reforzado con los años y no tolerarán intrusos. Debéis armaros y prepararos para luchar”…

“Os deseo mucha suerte y habilidad. Que el Padre del Entendimiento guíe vuestra búsqueda”.

Como nuestro querido príncipe ordena, nos internaremos por los túneles al caer el sol…

Bursa – En busca de refugio

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–Ece Ashkar, Asesina

Hace dos semanas, el maestro Yusuf recopiló una lista de los numerosos y preocupantes, pero vagos, rumores sobre actividades templarias en la ciudad, y abogó por emprender una pronta acción. Se decidió que nuestra primera tarea sería viajar a Bursa para coordinarnos con el menos capaz de los hijos de Beyazid, el príncipe Korkut, un tipo melancólico con temperamento de poeta y ambiciones de recién nacido. Es un individuo que se deja influenciar fácilmente por la autoridad y el carisma, algo que tendremos que aprovechar. El príncipe cuenta con dinero y recursos, pero carece de imaginación para hacer un buen uso de ellos.

Realizamos el viaje a Bursa en cuestión de pocos días, dormimos al raso con nuestros hermanos a las afueras de la ciudad y avisamos al príncipe para que nos recibiera. Esto resultó ser un error de lo más inoportuno, pues la torpe respuesta de Korkut puso en alerta a todos los agentes templarios de la ciudad, advirtiéndoles de las actividades y filiaciones del príncipe. Si persiste en tan evidente locura, caerá víctima de algún tipo de veneno templario en menos de un mes. Sea pues.

Yusuf nos recuerda que los Asesinos no podemos establecer alianzas permanentes con estas supuestas dinastías, pues buscamos ante todo libertad. En estos tiempos, los otomanos gobernados por Beyazid se muestran tan cordiales como se podría esperar de cualquiera, teniendo en cuenta las circunstancias, pero estamos deseando que llegue un tiempo en el que los derechos divinos de reyes, sultanes y emperadores no sean más que simples pies de página en los anales de la experiencia humana.

Así que seguimos esperando la llegada del enviado de Korkut, convencidos de que vendrá seguido por agentes templarios, y quizá incluso de un pequeño ejército. Estamos listos para luchar y, en caso de que Korkut llegue a sobrevivir, con toda su estupidez supina intacta, le comunicaremos nuestras opciones y trataremos con él nuestras intenciones…

Trebisonda – Bajo influencia

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–Iskender, chorbaji jenízaro

Selim tuvo anoche uno de sus típicos cambios de humor, desbordante de pasión y con una alegría casi de loco. Habló del reciente terremoto y de sus secuelas curiosamente políticas: “Así que mi padre, Beyazid, ha huido de la ciudad que Dios le encomendó gobernar, temeroso de unos cuantos meneos y sacudidas… o quizá con miedo a que le cayera encima algo de yeso de las paredes de Santa Sofía durante la oración. ¡Una señal de descontento divino! Se echaría a llorar. Ah, viejo estúpido. Ya no está capacitado para gobernar, pero aguanta para ver si Dios le renueva las fuerzas. Menudo disparate”.

Entonces le pregunté a mi príncipe qué opinaba sobre la línea sucesoria del sultán, cuidándome mucho de no decir abiertamente que lo más probable es que fuera su hermano Ahmed quien recibiera tal honor. Selim rió con ganas: “Es cierto que el primogénito de cualquier sultán es quien suele recibir la bendición de su padre, simplemente por llevar tanto tiempo en este mundo sin adquirir renombre alguno. Pero hay otra costumbre que es igualmente válida: a la muerte del padre, el hijo que llegue primero a la capital armado y apasionado, y con intención de gobernar, será considerado más digno del trono. Así es como me convertiré en sultán…”.

Tras haber dejado claras sus intenciones, pregunté por la salud del sultán Beyazid, consciente de que últimamente le estaba dando problemas. Selim dijo que estaba seguro de que su padre no duraría más que unos pocos años, como mucho. Le pregunté entonces si reuniríamos un ejército para marchar desde Trebisonda con intención de ocupar el cargo lo antes posible. Selim respondió afirmativamente, y añadió:

“Pero debemos ser decisivos”, advirtió, “pues estamos rodeados de enemigos; por un lado, los Asesinos, y por otro, mi hermano Ahmed. Ahmed es un tipo astuto, sin duda. No es buen soldado, pero habrá enviado mercenarios para tendernos emboscadas en caso de que intentemos abandonar la ciudad. Localiza y mata a esos soldados, y prepárate luego para partir”.

“Cuando estemos a salvo, zarparemos rumbo a Varna por el mar Negro y nos prepararemos para hacernos con el premio definitivo”.

Las predicciones del príncipe Selim no tardaron ni un día y medio en cumplirse. Descubrimos un campamento de soldados de élite fuera de la ciudad, esperando su oportunidad para atacar. Salimos a su encuentro…

Amasya – Sanctasactórum

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–Hasan Pasha, templario

Observé cómo el príncipe Ahmed caminaba de un lado a otro de su palacio de Amasya, preocupado por las noticias que llegaban del noreste: que su hermano Selim había descubierto y vencido a una compañía de nuestros guerreros templarios a las afueras de Trebisonda, antes de abordar una serie de navíos y zarpar por el mar Negro. Mientras escribo estas líneas, desconocemos aún su destino, aunque Kefe y Varna parecen los más probables. Sin embargo, entre tanta agitación, Ahmed se mantiene centrado y sin perder la calma. Ha recibido recientemente una invitación para reunirse con Manuel Palaiologos, un individuo al que conoce como presunto heredero del trono del desaparecido Imperio bizantino, aunque no lo consideraría un amigo. Manuel afirma ser el responsable de la reciente afluencia de mercenarios a Constantinopla, a lo que añade que, aunque la mayoría sean de origen cristiano, son templarios hasta la médula. Ahmed me ha dicho que tiene ganas de verse con ese tal Manuel, y espera que su asociación sirva como vínculo que una Oriente y Occidente en un glorioso imperio, gobernado por templarios, para toda la humanidad: “No somos los primeros con semejante sueño, naturalmente”, me comenta Ahmed. “Fue mi tío Cem quien puso en marcha este proyecto tiempo ha. De joven, descubrió que su padre, Mehmed, tenía en su poder un Fruto del Edén, y que fue esta antigua arma la que lo ayudó a conquistar Konstantiniyye. Tras la muerte de Mehmed, Cem, al no lograr asegurarse el trono, recurrió al Fruto en busca de ayuda. Pero el Fruto no lo escuchó, ni le habló…”. “Cem se dignó entonces a hacer llegar el Fruto a los templarios de Occidente, a hombres que se habían documentado mucho más que él sobre la naturaleza de su poder. Pero eso resultaría ser un tanto peliagudo. Como converso relativamente reciente de la orden templaria, Cem temía que los Borgia pudieran aceptar el Fruto pero rechazaran al hombre que se lo traía. Así pues, decidió esconderlo hasta determinar hasta qué punto podía fiarse de los Borgia”. Ahmed quedó en silencio, para después proseguir: “No debemos permitir que una desconfianza tan monumental nos conduzca a las desgracias que sufrió mi tío. Organiza la reunión con Manuel. Pero estate alerta, pues los Asesinos nos estarán observando, a la espera. Nos atacarán antes de que acabe la semana, ya verás”.

Derinkuyu – Bajo asedio

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–Hasan Pasha, templario

Hemos llegado a una de las famosas ciudades subterráneas de la Capadocia, llamada Derinkuyu, para reunirnos con Manuel Palaiologos. Este corpulento aristócrata y nuestro príncipe Ahmed forman una extraña pareja, pero han llegado a confiar el uno en el otro en los últimos días, lo suficiente como para dejar sentados sus respectivos papeles. Por ahora, Manuel se ocupará de preparar nuevos templarios a través de las bases ya establecidas en Rodas, Derinkuyu y el norte de Tracia, mientras Ahmed busca las cuatro llaves restantes de Masyaf. Más tarde, Manuel encabezará una expedición a la propia Masyaf para localizar la entrada de la biblioteca de Altaïr. Tuve la suerte de pillar ayer a Ahmed de un humor inusitadamente curioso. Preguntó a Manuel por su tío Cem, sobre su captura y encierro en Europa, sobre su amistad y su lucha con Rodrigo Borgia y, finalmente, sobre su muerte. ¿Cómo pudo un templario tan noble y leal ser tratado con semejante indiferencia por los miembros de nuestra orden? “Acababa de llegar a la treintena cuando sucedió todo esto”, explicó Manuel, “pero haré por recordarlo lo mejor que pueda”. “Antes de postrarse ante los templarios en Rodas, Cem tomó su Fruto del Edén y lo devolvió al archivo templario de Chipre, donde otrora se guardara un imponente arsenal de armas y conocimiento. Entonces, como ahora, el archivo estaba vacío, pero bien escondido. Cem localizó la entrada y escondió el Fruto dentro, para luego dirigirse a Rodas. Allí se materializaron sus peores miedos. Los caballeros hospitalarios lo arrestaron y lo entregaron encadenado a sus amos de Europa”. “Cem, hecho prisionero, estaba tranquilo, convencido de haber escondido bien el Fruto, y esperaba que este hecho sirviera para asegurar su liberación. Exigió una audiencia con los Borgia y apeló a sus mutuos vínculos templarios. Pero los Borgia sentían una profunda desconfianza hacia el inteligente hijo del sultán. Aun así, el astuto Rodrigo y sus aliados, tras muchos años de convencer y apelar a la bondad de Cem, lograron de algún modo sonsacar la ubicación del Fruto a su prisionero”. “Rodrigo envió inmediatamente un navío a Chipre y, tras muchos meses de búsqueda, logró recuperar el preciado artefacto. Desde ese momento, Cem pasó a carecer de importancia para los Borgia, y el pobre hombre se pudrió durante otros nueve años en distintas prisiones, hasta que falleció. Me sorprende que no te contara nada de esto en sus cartas”. “No”, dijo Ahmed, “no era propio de él culpar a otros de sus desgracias, fuera cual fuera su causa. Quería creer que nuestra orden era mejor que los peores hombres que formaban parte de ella… mejor que los diablos que pudieran corromperla”. Ahmed se quedó pensativo y tenso. Entonces escuchamos gritos que resonaban por las cavernas de Derinkuyu. ¡Ruidos de lucha! ¡Nos había encontrado un destacamento de hombres de Selim! Nos apresuramos a reunir nuestras defensas.

Adalia – Control absoluto

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–Ece Ashkar, Asesina

La audiencia privada de Yusuf con el príncipe Korkut marchó tan bien como cabría esperar. Es decir, después de acabar con los templarios que lo perseguían, Yusuf exigió una compensación por la pérdida de tiempo, recursos y hombres causada por la ineptitud de Korkut. Y, dado el encanto de Yusuf y la fiable corruptibilidad de Korkut, el príncipe aceptó sin rechistar. “El príncipe ha aceptado abrirnos sus arcas”, me dijo Yusuf, “siempre y cuando estemos dispuestos a escoltar a parte de sus asesores en su largo viaje a Adalia, donde su padre, Beyazid, lo ha nombrado gobernador”. Comenté lo extraño que me resultaba que un tipo como Korkut tuviera poder administrativo sobre una ciudad de importancia tan estratégica como Adalia, situada en la costa sur de Anatolia, en el límite del imperio. Yusuf no dijo más que lo siguiente como respuesta: “Nunca subestimes la capacidad de un padre para sobrestimar la capacidad de su propio hijo”. Tras discutir lo acertado y factible de semejante viaje, y perfilar luego un plan de acción, comunicamos a Korkut que estaríamos dispuestos a enviar a un grupo reducido pero perfectamente instruido de hombres al sur con su caravana. Korkut quedó encantado, hasta que le dijimos que no permitiríamos ni a él ni a ninguno de sus consejeros revisar la ruta que pensábamos seguir. El secreto era de vital importancia. Así que emprendimos nuestro largo viaje hacia el sur, para el que estimamos cuatro semanas como mínimo de duración. Un ritmo prudente, desde luego, pero que al menos garantizaría el secreto y la seguridad. Aun así, Yusuf nos advierte de que nos mantengamos alerta. Los templarios han exhibido últimamente un don increíble para la traición. Podríamos sufrir un ataque en cualquier momento.

Rodas – Bendición del maestro

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–Ece Ashkar, Asesina

Tal como sospechaba Yusuf, nos topamos con agentes templarios en el largo camino a Adalia, y hubo que librar batallas; todo de lo más desalentador. Pero logramos imponernos y llevar a Korkut y sus hombres hasta el alojamiento del príncipe. A cambio de nuestra protección, Korkut nos ha proporcionado armas y pólvora suficientes como para pertrechar al ejército del sultán. Ahora estamos bien provistos para hacer frente a la creciente oleada templaria. Esperaba regresar al norte, a Estambul, en cuestión de un par de días, pero las nuevas noticias recibidas de fuentes externas reclaman nuestra atención. Hoy, mientras preparaba nuestro viaje al norte, Yusuf recibió un mensaje de uno de nuestros contactos de Rodas, que nos informaba de que los templarios estaban instruyendo a un gran número de tropas en la cercana isla de Rodas. Aunque en la actualidad sea la sede de los hospitalarios, no cabe duda de que estos caballeros de la Orden de San Juan están proporcionando apoyo o, como mínimo, haciendo la vista gorda a la presencia templaria. ¿Es aquí donde se preparan los mercenarios que hemos visto últimamente en la capital? A Yusuf le gustaría averiguarlo. Por lo tanto, hemos creado un equipo de asalto reducido, pero sumamente diestro, para desplazarnos en secreto a Rodas y evaluar el alcance completo del programa de entrenamiento templario. Si los rumores que hemos oído son ciertos, y tenemos sobrados motivos para temer que así es, atacaremos de manera contundente pero discreta, para infundir miedo en sus corazones. Debemos hacer que sean conscientes de que estamos en todas partes y que no nos rendiremos nunca en nuestro empeño por poner fin a sus operaciones. Por último, un dato curioso que transmitir antes de zarpar rumbo a Rodas. Yusuf me llevó a un lado esta mañana para contarme que le habían llegado noticias últimamente de que el mentor italiano Ezio Auditore había partido de Roma unos meses antes, con destino a Tierra Santa. Yusuf ignoraba qué lo traía por aquí, pero los contactos Asesinos que le hicieron llegar la información parecen seguros de que está relacionado con el reciente recrudecimiento de la violencia templaria por estas tierras. Tras la derrota de los Borgia, una gran mayoría de los altos estamentos templarios de Europa parecen haberse trasladado hacia Oriente; un hombre de la influencia y el alcance de Ezio sin duda se habrá dado cuenta de ello, y quizá esté de camino para ofrecernos su pericia. El tiempo lo dirá. Al carecer de mentor propio en estos momentos, estamos listos para recibir con los brazos abiertos al maestro (como creo que lo llaman) procedente de Italia. Tal vez esté en estos momentos de camino a Rodas. Tal vez sepa más que nosotros. Este es el tipo de preguntas para el que estoy deseando tener respuesta.

Adrianópolis – Bendita ignorancia

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–Visir Taha Pasha

Cada día, los mismos caprichos reales: primero nuestro sultán tiene hambre, luego nuestro sultán ha comido demasiado; exige que le lleven sus libros sobre misticismo a toda prisa, luego ordena que los retiren con una piadosa humillación; de repente, se le antoja trasladar la capital de su imperio a Adrianópolis, donde se aloja actualmente por miedo a otro temblor, y al momento se lamenta por su gloriosa Konstantiniyye y su deseo de regresar en cuanto sea seguro. Los caprichos de nuestro viejo líder son exasperantes; mitigan la voluntad y lealtad de sus jenízaros y visires, que otrora estaban pendientes hasta de su última palabra o gesto como una mosca de una pieza de fruta madura. Todavía pueden apreciarse en él vestigios del viejo lobo, de cuando en cuando, pero sus fuerzas se van desvaneciendo y tendrá que elegir pronto un sucesor. Según dictan las costumbres, debería ser su hijo mayor, Ahmed, pero mis sentidos se revuelven ante la perspectiva de tener que obedecer a un hombre así; alguien cuya preferencia por el parloteo intelectual ha erradicado toda esperanza de que alguna vez pueda llegar a convertirse en un gran guerrero, como su hermano menor, Selim. En cuanto a Korkut, la idea de que ese atontado insatisfecho pudiera ocupar alguna vez el trono es ridícula. No, tiene que ser Selim. Para que el honor y la dignidad del imperio puedan sobrevivir intactos a este siglo, tiene que ser Selim. Pero, por ahora, debemos esmerarnos para preparar el traslado de Beyazid a su nuevo palacio de Adrianópolis. Los Asesinos, con los que tenemos en estos momentos una precaria alianza, nos han advertido de la actividad templaria en la zona y enviarán a unos cuantos hombres como medida adicional de seguridad. Teniendo en cuenta la reciente sublevación de los Borgia en el Vaticano, nos conviene hacer caso a lo que los Asesinos tengan que decir sobre sus rivales. Un atentado templario contra la vida de Beyazid supondría un ataque contra todo el imperio. No podemos consentir que suceda.

Varna – Medidas desesperadas

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–Iskender, chorbaji jenízaro

Hace dos semanas, unos cuantos de mis jenízaros y yo llegamos a una aldea al norte de Varna para recibir allí a Selim y su ejército. Les hacemos saber que los Asesinos conocen sus movimientos y están sin duda preparando un ataque, ya sea contra el príncipe o contra algunos de sus consejeros militares. Me resulta incomprensible que Beyazid dé tanta rienda suelta a esos bribones criminales en su imperio, pero sospecho que el sultán y los Asesinos han formado algún tipo de alianza estratégica que los jenízaros desconocemos; una idea ofensiva, pero no inconcebible. Claro que el hecho de que nos pongamos tan manifiestamente de parte de Selim, en lugar del presunto príncipe Ahmed, es un acto cuestionable por nuestra parte. Parece que todos somos culpables de tomar decisiones discutibles en esta guerra silenciosa. Las aceptamos y vivimos con ellas. De momento, mis jenízaros se alojan con las tropas de Selim mientras fortifican su campamento mientras aguardan noticias de un destacamento que el príncipe envió hacia el interior del imperio. Selim esperaba el regreso de su mensajero hace más de tres meses, pero nos hemos resignado a las peores noticias posibles. “Quizá mi hermano sea mejor luchador de lo que me gusta reconocer”, se apresuró a decir Selim, aunque no llegó a reconocer haber aprendido ninguna lección de esta tragedia. Aun así, está de buen humor con la llegada al campamento de su hijo Suleimán, un joven de 16 años tremendamente inteligente, que ya parece rivalizar con su padre en carisma, e incluso puede que lo supere en inteligencia. Suleimán se encuentra actualmente enfrascado en importantes estudios en la universidad de Konstantiniyye, pero se ha tomado un tiempo libre para viajar al norte. Su destino final es Kefe, en el lado norte del mar Negro, donde le acaban de comunicar que ejercerá de gobernador cuando termine sus estudios. Un nombramiento muy honorable para un joven de su edad. Así que, mientras descansamos y nos reabastecemos, nos divertimos a la vez que nos mantenemos en alerta. Los Asesinos vienen sin la menor duda a por nosotros, solo es cuestión de saber cuándo y cómo. Nuestra principal tarea es, por tanto, garantizar la seguridad de Selim mientras intentamos pasar lo más desapercibidos posible; desvelar demasiado pronto nuestra filiación con Selim pondría en peligro nuestra posición con el sultán actual.

Pronto, muy pronto, el imperio estará en manos del hombre que más lo merece…

2 comentarios en «Historia»

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