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El Fruto es algo más que una lista de lo que nos ha precedido. Entre las chispas de su interior he captado atisbos del porvenir. Eso no debería ser posible y tal vez no lo sea. Quizá sea simple sugestión. Pero ¿Cómo saberlo?¿Cómo estar seguros?
Al meditar en las consecuencias de esas visiones, me pregunto si son imágenes de las cosas que van a pasar o de las que podrían pasar.¿Podemos influir en el resultado final?¿Nos atreveremos a hacerlo? Y, si lo hacemos ¿Nos limitaremos a asegurar que se cumple lo que ya hemos visto?
Como siempre, estoy indeciso entre actuar y no actuar, pues no sé cuál de los dos caminos servirá, si es que alguno sirve. Quizá ni siquiera estoy destinado a cambiar las cosas. Aún así, escribo este diario.¿Es un intento de cambiar lo que he visto, o de hacer que se cumpla?

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De todas las cosas que he visto, nada me atormenta tanto como la imagen de las llamas, unas columnas de fuego tan altas que parecen perforar el cielo. El suelo retumba y se estremece, las montañas se agrietan, grandes torres de metal se hacen pedazos y esparcen sus entrañas por el suelo…
Y se oyen gritos por doquier, un coro tan aterrador que aún sigo escuchando sus ecos.
¿Qué es esta locura que he contemplado?¿Se trata de ellos, de Los Que Vinieron Antes?
¿Fue así como desaparecieron, entre llamaradas, convertidos en polvo? Quizá lo que buscan los Templarios es ese poder de destrucción, para dominarnos y exigirnos sumisión. ¿Qué esperanza tenemos si se apoderan de un arma tan tenebrosa con la que pueden destruir el mundo entero?

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Tenemos que escondernos, ser sigilosos, modificar el curso de la historia en secreto. Pero algunos de mis hermanos no están de acuerdo y se irritan, pues creen que es un error ocultarnos. Dicen que eso entorpece nuestro trabajo. Pero no comprenden los riesgos. Salir ahora a la luz sería demasiado peligroso, pues nos tildarían de lunáticos y nos perseguirían. Así ha sido siempre.
Si de una cosa estoy seguro, es de que nadie aprende escuchando a otro. Hay que mostrar las cosas para que cada uno haga sus conexiones.
Si le digo a alguien que sea amable y tolerante y que abra su mente, esas palabras se marchitarán y morirán mucho antes de haber surtido efecto, lo cual es un desperdicio.
Por eso debemos mantener nuestro rumbo de acción…

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La leyenda habla de un Vellocino de Oro,¿Podrían estar relacionados ambos?
He perfeccionado el proceso metalúrgico, para producir una armadura como el mundo jamás ha visto hasta ahora…
Posee una gran resistencia, pero es tan ligera que ofrece plena libertad de movimientos…
Me debato entre el asombro y el pavor. Hemos desarrollado algo que seguramente cambiará el arte de la guerra, y hará casi invencible a aquel que lo lleve…
Quizá ha sido un error fabricar estas piezas. Creo que sería mejor borrar las fórmulas. Pero ¿Y si cayeran en manos de nuestros enemigos?. Es un riesgo demasiado grande…

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He estudiado las antiguas religiones paganas que precedieron a la obsesión posterior por un único creador divino.
Dichas religiones se centraban más en las fuerzas fundamentales que mueven el mundo y menos en reglas morales arbitrarias.
El sol sale por la mañana y se pone por la noche. Los mares suben y bajan. La hierba crece, se marchita, muere y llegado el momento vuelve a brotar del suelo. El aire se calienta, se enfría y se vuelve a calentar.
Una fuerza escondida nos mantiene pegados al suelo y tira de nosotros cuando intentamos separarnos de él.
Cada una de estas acciones estaba representada por un dios o una diosa. Cada fuerza tenía su propio rostro, reconocido como algo distinto y poderoso. Lo cual no significa que no hubiera conexiones entre estas fuerzas (un panteón de espíritus individuales). Unas manos invisibles guiaban el progreso del mundo a nuestro alrededor.
Aunque con sus fallos, era un intento de categorizar, estudiar, explicar y comprender cómo funcionan las cosas. Pero ahora se nos pide que aceptemos una explicación aún más simplificada. Es de ingenuos creer que debe haber una sola respuesta a cada pregunta y a cada misterio, que existe tan solo una única luz divina que lo gobierna todo. Nos dicen que dicha luz trae paz y amor. Pero yo digo que esta luz nos ciega, y nos obliga a andar a tientas en la ignorancia.
Anhelo el día en que los hombres se aparten de monstruos invisibles y vuelvan a abrazar una visión del mundo más racional.
Pero estas nuevas religiones son tan útiles, y amenazan con castigos tan terribles a quienes las rechazan, que me temo que el miedo nos mantendrá aferrados a lo que sin duda es la mentira más grande jamás contada.

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